Siento el pulso de un instante en la orilla de mi
existencia, donde la vida no es mas que un soplo etéreo que se desvanece en un
abrir y cerrar de ojos.
A veces me pregunto si es cierto que el destino está
escrito, si cada uno de nosotros lleva su propio hado predestinado ¿habría
alguna posibilidad de eludir su rumbo?
Si hubiese habido algún modo de esquivarlo, quizás lo
hubiese encontrado, pero el azar me llevo hasta ese punto exacto de la vida, en
el cual, eres tu mismo el que mas apuestas llevas, de una ruleta que gira y gira
hasta que se apodera totalmente de tu propio destino.
Ajena a mi suerte, anduve distraída, viviendo mi propia
existencia como cualquier mortal.
Cierto día, un aguacero imponente me sorprendió durante el
trayecto del trabajo hacia casa. Mi coche patinaba, era imposible controlarlo.
Aunque mis recuerdos de aquellos acontecimientos no son demasiados cristalinos, en la sensación que retengo en mi memoria, bambolea, un halo de incertidumbre, seguido de un instante de sosiego.
Aunque mis recuerdos de aquellos acontecimientos no son demasiados cristalinos, en la sensación que retengo en mi memoria, bambolea, un halo de incertidumbre, seguido de un instante de sosiego.
Después de aquello, me convertí en un ser enigmático. La soledad a veces es tan seductora, suele darte la oportunidad de
abstraerte, de conocer tu propio yo dejando aislado todo lo que te rodea y así era como mas complacida me sentía, acompañada de mi propia soledad.
Aún así, seguía pensando que tenía tiempo, tiempo para vivir.... tiempo para seguir meditando bajo aquella estrellas. Pero... ¿que tiempo?
A raíz de aquellos acontecimientos comencé á
sospechar que en algún punto de mi camino había extraviado algo importante. No sabía muy bien qué, pero tenía la impresión de que algo me faltaba.
Aquella sensación no parecía ser muy lógica, aunque mi
estrella brillaba en la oscuridad con más fulgor que nunca. Impuso su propio
mandamiento dejando caer sobre mí, la incertidumbre más innoble.
Busqué y busqué sin hallar nada que me aliviara esa extraña
sensación.
Seguí meditando bajo mi única estrella ya adormecida, que persistía en perseguirme.
Seguí pensando en mi extraña realidad, sumergida en ese mundo imperfecto.
Transcurrió el tiempo y fui descubriendo que aquello que creía tan real, no era más que un extraño y abismal espejismo, dentro en un universo forjado por quimeras. Vi de frente a mi propio karma burlando a esa indeseable realidad, mientras permanecía absorta dentro de un círculo vicioso entre dos mundos, entre lo hipotético y lo incuestionable. Por donde transitan las almas, que jamás encuentran paz...
Seguí pensando en mi extraña realidad, sumergida en ese mundo imperfecto.
Transcurrió el tiempo y fui descubriendo que aquello que creía tan real, no era más que un extraño y abismal espejismo, dentro en un universo forjado por quimeras. Vi de frente a mi propio karma burlando a esa indeseable realidad, mientras permanecía absorta dentro de un círculo vicioso entre dos mundos, entre lo hipotético y lo incuestionable. Por donde transitan las almas, que jamás encuentran paz...
Autora-Margary Gamboa
Sí, el destino es asi, juega con nosotros y nos situa donde le parece sin preguntarnos que queremos hacer con nuestra vida.
ResponderEliminarBesitos
Pues si, el destino es juguetón e imprevisible, y no podemos hacer nada puesto que estamos siempre a su merced.
EliminarGracias Elysa por tu visita.
Un beso grande para ti.
No sé si creer en el destino, pero parece que sí, que estamos predestinados. Muchas de las cosas que nos suceden suelen tener un significado que no alcanzamos a comprender porque no siempre podemos controlarlas.
ResponderEliminarAsí se escribe. me ha gustado cómo has expuesto tu trabajo.
Saludos cordiales.
Gracias por tu amabilidad Teodoro, siempre es un placer verte por aquí, me encanta que me visites:
EliminarYo creo que si, que habrá que creer en él, ya que pienso que el destino es el único que lleva la voz cantante, hasta este gran escenario que es la vida.
Un abrazo.