Vivíamos en un pequeño pueblo del sur, un sitio acogedor y tranquilo.
Fani tan solo tenía tres añitos y era preciosa. Sus cachetitos
sonrosados invitaban a darles un mordisquito cariñoso, y dos luceros color mar, adornaban su carita angelical. Se llevaba todo el día revoloteando de casa en casa como una mariposa.
Con voz suave, Elena le preguntó a la pequeña.
Recuerdo que fue un domingo de primavera cuando Elena, mi mejor amiga venía de visita.
Llegó sobre las cinco de la tarde y Fani estába en casa regalándome su compañía.
Mi amiga, se quedó fascinada con la chiquilla, su parloteo era simpatiquísimo.
Tomamos café y Elena enseguida se hizo con la confianza de la pequeña y aprovechando su inocencia, decidió ir un poco más allá que de costumbre con el dichoso tema que tanto le apasionaba...
Sin titubear me propuso un juego. Así lo llamó...
A mí amiga no se le ocurrió otra cosa, que poner en práctica algo de lo que siempre estaba hablando. La ipnosis, tema, que yo, siempre eludía.
Llegó sobre las cinco de la tarde y Fani estába en casa regalándome su compañía.
Mi amiga, se quedó fascinada con la chiquilla, su parloteo era simpatiquísimo.
Tomamos café y Elena enseguida se hizo con la confianza de la pequeña y aprovechando su inocencia, decidió ir un poco más allá que de costumbre con el dichoso tema que tanto le apasionaba...
Sin titubear me propuso un juego. Así lo llamó...
A mí amiga no se le ocurrió otra cosa, que poner en práctica algo de lo que siempre estaba hablando. La ipnosis, tema, que yo, siempre eludía.
Me negué en rotundo, pero me conocía muy bien y no aceptó mi negativa sin discutir. No se cómo logró convencerme, pero el hecho fué, que terminé accediendo a sus pretensiones.
Recuerdo como empezó con los preliminares, acariciando con ternura la carita de Fani y enseguida comenzó a participar su ''juego''...
Alzó a la pequeña en su regazo, sacó del bolso un medallón con una cadena y comenzó a balancearlo ante aquellos enormes ojos azules .
Intenté persuadirla para que cesara su empeño y viendo que estaba más que decidida... Entonces comprendí, que solo me quedaba implorale cautela. Nunca me había visto yo, en una situación semejante. Una cosa era hablar del tema y otra muy diferente, llevarlo a la práctica...
Aquello para mí era algo desconocido, me daba pavor y yo no dejaba de interrumpirla.
Intenté persuadirla para que cesara su empeño y viendo que estaba más que decidida... Entonces comprendí, que solo me quedaba implorale cautela. Nunca me había visto yo, en una situación semejante. Una cosa era hablar del tema y otra muy diferente, llevarlo a la práctica...
Aquello para mí era algo desconocido, me daba pavor y yo no dejaba de interrumpirla.
-Ssss, calla,
calla, no interrumpas-me susurraba Elena.
En cierto modo empecé a tranquilizarme al ver que no ocurría nada y comencé a participar un poco mas conforme en el experimento.
Elena, insistía
con el balanceo del medallón. Fani, lo miraba fijamente con esos ojos azules tan abiertos como dos soles. De repente,
los ojos de la niña le dieron un vuelco y se le tornaron blancos.
En ese momento, las dos nos quedamos petrificadas.
No sabíamos muy bien como reaccionar ante aquello, pero la curiosidad nos dominaba y decidimos continuar con la investigación...
No sabíamos muy bien como reaccionar ante aquello, pero la curiosidad nos dominaba y decidimos continuar con la investigación...
Con voz suave, Elena le preguntó a la pequeña.
-¿Como te
llamas?
Fani, con una voz de niña mayor, contestó de inmediato .
–Me llamo
Carmen. La media legua que aún conservaba a sus tres años desapareció
ipso-facto.
Las dos estabámos aterradas, a mí, en ese momento, me hubieran pinchado y estoy segura que ni sangro.
Y Elena volvió preguntarle:
Y Elena volvió preguntarle:
-¿Cuantos años
tienes?-Siete años- Respondió la niña.
Estabamos atónitas, era la primera vez que vivíamos algo tan desconcertante. Nos miramos sin decir nada y Elena siguió preguntado.
-¿Y que te ha
pasado?
-Me atropelló
un carro en Santa Cristina.
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-¿Un carro,
cuando? -Preguntó Elena
La niña, que a
duras penas podía contar del uno al cinco, respondió con rotundidad
-en 1828
Las piernas me temblaban, nos miramos las dos fijamente, pero aún con el miedo en el cuerpo, siguimos con la indagación.
-en 1828
Las piernas me temblaban, nos miramos las dos fijamente, pero aún con el miedo en el cuerpo, siguimos con la indagación.
-¿Y donde estás
ahora?
-Estoy en la calle Don Felipe, en la tumba numero veinte.
Ya con esas palabras no pudimos ni reaccionar, cuando a lo lejos escuchamos la voz de la madre de Fani que la reclamaba.
-¡Date prisa,
date prisa, regrésala, regrésala!- le supliqué a mí amiga
-¡Fani, Fani! Despierta Fani...
Dándole cachetitos en sus sonrosados cachetes, que, en ese momento, estaban tan blanco como sus ojos, pero la niña no respondía.
Dándole cachetitos en sus sonrosados cachetes, que, en ese momento, estaban tan blanco como sus ojos, pero la niña no respondía.
-¡Fani ven!-
la voz de la madre se escuchaba cada vez más cerca.
No tuvimos la precaución de cerrar la puerta, porque era costumbre tener las puertas abiertas y la madre de Fani, enseguida se coló en el salón y encontró a la niña raramente descompuesta, llorando a moco tendido como si la hubiésemos torturado.
No tuvimos la precaución de cerrar la puerta, porque era costumbre tener las puertas abiertas y la madre de Fani, enseguida se coló en el salón y encontró a la niña raramente descompuesta, llorando a moco tendido como si la hubiésemos torturado.
No supimos como justificar aquello. nuestros rostros nos delataron.
La madre intuyó que nada bueno había ocurrido allí, y preguntó con signo de preocupación y gran disgusto.
La madre intuyó que nada bueno había ocurrido allí, y preguntó con signo de preocupación y gran disgusto.
-¿Que le
habéis hecho a mi niña?
No hubo respuesta, nos dirigimos una mirada cómplice y cabizbajas le regalamos un mutismo absoluto.
La
niña, poco a poco iba recurando el color en sus mejillas, mientras lloraba a grito pelado.
El disgusto de su madre era más que evidente. Cogío a su hija en sus brazos y la sacó a
toda prisa de mi casa, gritando...
-¿Que le habéis hecho a mi niña, que le habéis hecho? ¡Mal nacidas! ¿Que le habéis hecho a mi pequeña? Esto no os lo perdonaré...
-¿Que le habéis hecho a mi niña, que le habéis hecho? ¡Mal nacidas! ¿Que le habéis hecho a mi pequeña? Esto no os lo perdonaré...
El mutismo siguío reinando durante un buen rato. Nos sentíamos realmente avergonzadas.
Elena salió de mi casa sin nisiquiera despedirse de mí...
Elena salió de mi casa sin nisiquiera despedirse de mí...
Lo
que allí ocurrió, no era fácil de digerir. Me llevé bastante tiempo obsesionada con el tema.
Transcurrieron varias semanas sin recibir noticias la una de la otra, pero aquello que ocurrió no se nos borraba de la mente.
Al cabo de algún tiempo decidimos volver a vernos.
Teníamos la misma idea en nuestras mentes, visitar el Campo Santo en busca de respuestas.
Fuimos a la
dirección exacta donde había dicho Carmen que descansaba y efectivamente, estaba
allí.
La dirección, la fecha de nacimiento y de la muerte. Carmen Izquierdo Pedroso 1821-1828 todo coincidía.
La dirección, la fecha de nacimiento y de la muerte. Carmen Izquierdo Pedroso 1821-1828 todo coincidía.
Las dos estabámos aterradas
ante aquella espeluznante revelación, y allí mismos, ante la tumba de la pequeña Carmen, nos juramos no volver a ''jugar'' nunca jamás, a aquel escalofriante "juego".
ante aquella espeluznante revelación, y allí mismos, ante la tumba de la pequeña Carmen, nos juramos no volver a ''jugar'' nunca jamás, a aquel escalofriante "juego".
Autora-Margary Gamboa
Me gusto mucho pero esta muy corta
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