Desde que perdió a su marido hace cosa de
siete años, Raquel, cada día al regresar del trabajo, siempre repite la misma
parafernalia.
Ll ama a su vecina, ella la acompaña hasta su
casa, cogen un palo y lo deslizan por debajo de la cama de Raquel, una y
otra vez, para cerciorarse de que allí no hay nadie. Hasta que no
llevan a cabo ese procedimiento, Raquel no se queda tranquila en su casa.
Desde pequeña, Nuria de cinco años, observa como su madre, pacientemente,
complace a su vecina. Un buen día, mientras contempla el cotidiano ritual
dice… -¿Y si le cortáis las patas a la cama?
Margary Gamboa.
Jajaja, a veces los niños nos dan lecciones, una pregunta muy sensata la de esta niña.
ResponderEliminarBesitos
PD: Sí, soy tu pequeña embajadora. Una alegría grande encontrarte en este inmenso mundo virtual. Como verás ya me he quedado.
jjajaja, Muy bueno.
ResponderEliminarjeje muy hermosa narración, corta y elocuente. Últimamente me he puesto a escribir cuentos, te invito a visitarme en www.elbanquillodelpoeta.blogspot.com será un honor tenerte por allí.
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