EL VUELO DEL COLIBRÍ_ RELATOS

martes, 5 de marzo de 2013

ESPÍRITU ERRANTE


Recuerdo a la pequeña Fani, como si la estuviera viendo ahora. Una niña risueña y pizpireta que sembraba alegría por dónde iba. Su casa y la mía daban puerta con puerta y a ella le gustaba estar en mi casa, más que en la suya. Yo, por aquel entonces, era muy joven, vivía sola y la pequeña Fani me daba mucha compañía. 

Vivíamos en un pequeño pueblo del sur, un sitio acogedor y tranquilo.
Fani tan solo tenía tres añitos y era preciosa. Sus cachetitos sonrosados invitaban a darles un mordisquito cariñoso, y dos luceros color mar, adornaban su carita angelical. Se llevaba todo el día revoloteando de casa en casa como una mariposa.

Recuerdo que fue un domingo de primavera cuando Elena, mi mejor amiga venía de visita.
Llegó sobre las cinco de la tarde y Fani estába en casa regalándome su compañía.
Mi amiga, se quedó fascinada con la chiquilla, su parloteo era simpatiquísimo.  
Tomamos café y Elena enseguida se hizo con la confianza de la pequeña y aprovechando su inocencia, decidió ir un poco más allá que de costumbre con el dichoso tema que tanto le apasionaba...
Sin titubear me propuso un juego. Así lo llamó...
A mí amiga no se le ocurrió otra cosa, que poner en práctica algo de lo que siempre estaba hablando. La ipnosis, tema, que yo, siempre eludía.

Me negué en rotundo, pero me conocía muy bien y no aceptó mi negativa sin discutir. No se cómo logró convencerme, pero el hecho fué, que terminé accediendo a sus pretensiones. 
Recuerdo como empezó con los preliminares, acariciando con ternura la carita de Fani y enseguida comenzó a participar su ''juego''...

Alzó a la pequeña en su regazo, sacó del bolso un medallón con una cadena y comenzó a balancearlo ante aquellos enormes ojos azules .

Intenté persuadirla para que cesara su empeño y viendo que estaba más que decidida... Entonces comprendí, que solo me quedaba implorale cautela. Nunca me había visto yo, en una situación semejante. Una cosa era hablar del tema y otra muy diferente, llevarlo a la práctica...
Aquello para mí era algo desconocido, me daba pavor y yo no dejaba de interrumpirla.

-Ssss, calla, calla, no interrumpas-me susurraba Elena.

En cierto modo empecé a tranquilizarme al ver que no ocurría nada y comencé a participar un poco mas conforme en el experimento.

Elena, insistía con el balanceo del medallón. Fani, lo miraba fijamente con esos ojos azules tan abiertos como dos soles. De repente, los ojos de la niña le dieron un vuelco y se le tornaron blancos.

En ese momento, las dos nos quedamos petrificadas.
No sabíamos muy bien como reaccionar ante aquello, pero la curiosidad nos dominaba y decidimos continuar con la investigación...

Con voz suave, Elena le preguntó a la pequeña.
-¿Como te llamas?
Fani, con una voz de niña mayor, contestó de inmediato .
–Me llamo Carmen. La media legua que aún conservaba a sus tres años desapareció ipso-facto.

Las dos estabámos aterradas, a mí, en ese momento, me hubieran pinchado y estoy segura que ni sangro. 

Y Elena volvió preguntarle:

-¿Cuantos años tienes?-Siete años­- Respondió la niña.

Estabamos atónitas, era la primera vez que vivíamos algo tan desconcertante. Nos miramos sin decir nada y Elena siguió preguntado.

-¿Y que te ha pasado?

-Me atropelló un carro en Santa Cristina.
-¿Un carro, cuando? -Preguntó Elena

La niña, que a duras penas podía contar del uno al cinco, respondió con rotundidad
-en 1828

Las piernas me temblaban, nos miramos las dos fijamente, pero aún con el miedo en el cuerpo, siguimos con la indagación.

-¿Y donde estás ahora?

-Estoy en la calle Don Felipe, en la tumba numero veinte.

Ya con esas palabras no pudimos ni reaccionar, cuando a lo lejos escuchamos la voz de la madre de Fani que la reclamaba.

-¡Date prisa, date prisa, regrésala, regrésala!- le supliqué a mí amiga

-¡Fani, Fani! Despierta Fani...
Dándole cachetitos en sus sonrosados cachetes, que, en ese momento, estaban tan blanco como sus ojos, pero la niña no respondía.

-¡Fani ven!- la voz de la madre se escuchaba cada vez más cerca.

No tuvimos la precaución de cerrar la puerta, porque era costumbre tener las puertas abiertas y la madre de Fani, enseguida se coló en el salón y encontró a la niña raramente descompuesta, llorando a moco tendido como si la hubiésemos torturado.

No supimos como justificar aquello. nuestros rostros nos delataron. 
La madre intuyó que nada bueno había ocurrido allí, y preguntó con signo de preocupación y gran disgusto.

-¿Que le habéis hecho a mi niña?

No hubo respuesta, nos dirigimos una mirada cómplice y  cabizbajas le regalamos un mutismo absoluto.

La niña, poco a poco iba recurando el color en sus mejillas, mientras lloraba a grito pelado.
El disgusto de su madre era más que evidente. Cogío a su hija en sus brazos y la sacó a toda prisa de mi casa, gritando...

-¿Que le habéis hecho a mi niña, que le habéis hecho? ¡Mal nacidas! ¿Que le habéis hecho a mi pequeña? Esto no os lo perdonaré...

El mutismo siguío reinando durante un buen rato. Nos sentíamos realmente avergonzadas.
Elena salió de mi casa sin nisiquiera despedirse de mí...
Lo que allí ocurrió, no era fácil de digerir. Me llevé bastante tiempo obsesionada con el tema.
Transcurrieron varias semanas sin recibir noticias la una de la otra, pero aquello que ocurrió no se nos borraba de la mente.

Al cabo de algún tiempo decidimos volver a vernos.
Teníamos la misma idea en nuestras mentes, visitar el Campo Santo en busca de respuestas.


Fuimos a la dirección exacta donde había dicho Carmen que descansaba y efectivamente, estaba allí. 
La dirección, la fecha de nacimiento y de la muerte. Carmen Izquierdo Pedroso 1821-1828 todo coincidía.


Las dos estabámos aterradas
ante aquella espeluznante revelación, y allí mismos, ante la tumba de la pequeña Carmen, nos juramos no volver a ''jugar'' nunca jamás, a aquel escalofriante "juego".


Autora-Margary Gamboa

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LIBRO DE VISITAS

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