—Es curioso como pasan los años
¿verdad Adela?
—Pues sí, Fermina, parece que fue
ayer cuando nació y ya está tomando su primera comunión.
—Está preciosa ¿verdad?
—Si, está guapísima, se parece a
su madre cuando tenía esa edad.
—Fermina ¿Tu vas a comulgar?
—No, no puedo, no me he confesado
y hace más de treinta años que ni confieso, ni comulgo. Creo que desde que me
casé.
— ¡Ala! pues si que te lo tomas
con calma, pero da igual....!Dicen, que eso hoy día no importa! las cosas han
cambiado mucho. Dicen, que con que te arrepientas de tus pecados, vale. Yo
llevo mucho tiempo sin confesarme y se que Dios me perdona todos mis pecados.
—No se, no se Adela… Yo no me fío. Eso de comulgar
sin confesar, para mí, que hay gato encerrado.
Además, eso de que hoy día se coja la Sagrada
Forma con las manos, yo no lo concibo, lo considero una blasfemia. En mis
tiempos, cuando al sacerdote se le caía al suelo la Sagrada Forma,
se convertía aquello en un solemne ritual. El cura convertía ese
momento en toda una ceremonia, hacía un montón de espavientos, con
mucha parafernalia, hasta que cogía la ostia del suelo.
¡Anda que a cualquiera se le iba a ocurrir tocar aquello, menudo sacrilegio! ¡Igualito que ahora, que hasta te la ponen en la mano! Ya se le ha perdido el respeto a todo.
¡Anda que a cualquiera se le iba a ocurrir tocar aquello, menudo sacrilegio! ¡Igualito que ahora, que hasta te la ponen en la mano! Ya se le ha perdido el respeto a todo.
—Bueno Fermina ¡Esos eran otros tiempos! Como
dice mi hijo, hay que pasar página.
—No se, no se Adela, !A mi
me da, un no se qué recibir el cuerpo de cristo en pecado!
—¿Pero es que te piensas llevar
toda tu vida sin decidirte? Algún día tendrás que hacerlo ¿no? Piensa… Y si te
ocurre un accidente y no le da tiempo al cura de nada, morirías en
pecado e irías al infierno de cabeza. O si te mueres de repente, te irías sin
estar en paz con Dios, yo tu me lo pensaba.
— ¡Ay Adela! !Que
cosas tienes! ¿ya me quieres matar? nunca me lo he planteado de esa forma.
Además, yo todas las noches rezo.
— ¿Qué rezas? !Pero eso no es lo
mismo! Si no recibes a Dios, no es lo mismo. Además, ya va siendo hora de que te
lo plantees, que ya tenemos una edad.
— ¡Ya estamos con la edad!
no me lo recuerdes que me vas a dar el día Adela.
—Bueno, entonces no te digo nada
de la edad, pero decídete y así comulgamos las dos juntas.
—Bueno, vale, pero yo no comulgo
sin confesar...
— Mira que eres cabezona... ¡Anda, tu veras lo que haces! pero decídete, que el confesionario está
ahora libre.
— ¡Ufff... Que pesadita eres! Cuando
te da por jorobar no hay quien te gane. Bueno, lo voy a hacer porque me has
convencido con esto de estirar la pata en cualquier momento.
— ¡Ave María purísima!
—Sin pecado concebida... ¿Dime hija mía,
cuales son tus pecados?
—Pues...Verá ustd padre, pues yo...
Padre… ¿Los pecados prescriben?
Padre… ¿Los pecados prescriben?
Autora Margary Gamboa
Jajaja, ¡total que van a una comunión y mira como acaba la cosa! A saber que "terribles2 pecados tendría que contar.
ResponderEliminarMuy divertido
Besitos
Jeje, te has montado un diálogo muy acorde con la edad de las protagonistas. Aquellos tiempos colean. Y me hace gracia cómo los conceptos actuales se aplican, la prescripción, jeje. Sospecho que todo está prescrito desde siempre. Venga, Marga, nods leemos.
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