Ella extiende su brazo para balancear
la cuna mientras, apática, se presiona los tapones en los oídos y se arremolina de nuevo entre las mantas, sin ganas de levantarse.
Los envites que le regala a la cuna son cada vez más enérgicos. Da un inesperado salto de la cama y de una vez por todas, decide levantarse. Aún con los ojos casi cerrados se dirige a la cocina y prepara un biberón. Regresa al dormitorio se vuelve a meter en la cama y enchufa la tetina en la boca de unas de las cabezas del bebé, la otra... aunqué siga llorando, tendrá que esperar hasta la próxima toma.
Los envites que le regala a la cuna son cada vez más enérgicos. Da un inesperado salto de la cama y de una vez por todas, decide levantarse. Aún con los ojos casi cerrados se dirige a la cocina y prepara un biberón. Regresa al dormitorio se vuelve a meter en la cama y enchufa la tetina en la boca de unas de las cabezas del bebé, la otra... aunqué siga llorando, tendrá que esperar hasta la próxima toma.
Margary Gamboa
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