Hoy os acerco la voz de la experiencia
envuelta en un corto texto traído desde los años treintas hasta nuestros días.
Mi madre se crió en un colegio religioso donde
la asistencia a misa era más que una obligación.
Las misas se solían decir en latín, con una solemne parafernalia, que hoy día ya no existe, pero mi madre lo
vivió durante un periodo bastante largo de su vida. Aún conserva
en la mente algunas palabras en latín de esas largas misas que para ella eran
interminables.
In nomine Patris, et Filii, et Spiritus Sancti. Amen. Introibo ad altare Dei
Pero como en esta vida hay gente que le pone a todo una nota de humor, el hecho
de asistir a misa, no iba a ser menos.
Mi madre me ha dicho desde siempre, que no sabe de donde salió, pero desde pequeña se lo aprendió y aún lo conserva en su memoria intacto. Cada vez que me lo recita yo me harto de reír, porque le pone un cierto acento rústico, que es para escucharla. Me encantaría que la escucharais, seguro que nadie iba a quedar indiferente. Pero como eso es menos posible, por lo menos, puedo compartirlo con vosotros desde aquí.
Érase una vez, un zaga, casaero y bastante
semple, que iba a meter las manos en quinta y todavía no había ido ninguna vez
a misa. Y su madre le decía…
-Hijo mío, ve a misa…
-Güeno mare, iré, que uste más pesá, que la
reja un arao-Y jué.
Y cuando volvió, le pregunta la madre.
-Hijo mío, cuéntame lo que has visto por ahí
juera, que más tenío mu ensoliviantá.
-Verá mare. Juí a la plaza Llugan, me encontré
con una crú de metá, me entre pa entro.
Me reconconijé en un conijá, y a la miajilla
de ná, entran una mujere, con tuballa en la cabeza y se mojaban las manos en un
lebrillo que había clavao en la punta una estaca. Y descue, se
arrodillaban haciendo griño.
A la miajilla de ná, salió un hombre defrasao
de mujé y un zagalillo lo mesmo.
El hombre se puso a lee un libro y ahora viene
er sinvergüenza der zagalillo le quita er libro de aquí y se lo pone allí. Y el
hombre con mucha pasencia, se pone a lee y viene otra vez er sinvergüenza der
zagalillo, se lo quita de aquí, y se lo pone allí otra vé. El hombre desfrasao
de mujé, se pone de roilla y viene er sinverguenza der zagalillo y le levanta
la farda como pa vele la parte sucia a la perszona. Así mare que no voy má a
misa, se vaya a escapa un estacazo por la cepa la oreja y me lo gane yo, sin
necesiá ninguna.
Jajaja, muy divertido, lo he leído como está escrito y seguro que escuchándolo disfrutaría aún más.
ResponderEliminarBesitos
Muy simpático el zagalillo, algún que otro recuerdo me trae de niño cuando fui monaguillo...hoy te sigo mas que ayer pero menos que mañana.
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