EL VUELO DEL COLIBRÍ_ RELATOS

martes, 28 de febrero de 2012

VIAJE A PRAGA EN MOTO-UNA SITUACIÓN COMPROMETIDA


Ocurrió en Junio del 2011, durante el viaje que hicimos en moto desde Sevilla hasta Praga.

El viaje en su totalidad fue  extraordinario, con muchos episodios interesantes e inolvidables y muchas anécdotas que merecen la pena ser contadas, pero en esta ocasión, mis comentarios van enfocados a relatar una situación en concreto, una etapa del viaje que la podría catalogar como la más dura de todas, porque vivimos una situación verdaderamente comprometida.

Todo comenzó en el Lago Constanza, íbamos camino a Zurich, Suiza.
Después de algunas horas sobre ruedas decidimos parar a comer.
Nos detuvimos en una zona de descanso frente al lago; nos pareció un sitio perfecto. 
Hacía un día soleado, maravilloso, ideal para hacer picnic. Había servicios, merenderos, césped, un establecimiento de bebidas y frente a todo eso, el lago Constanza, una verdadera maravilla de la naturaleza, un bellísimo espejo de aguas color turquesa se abría ante nuestros ojos. La vista del lago se perdía en el horizonte, una verdadera preciosidad además de enorme, tiene más de 536 KM.



Después de comer y hacernos algunas fotos para inmortalizar en momento y el lugar, decidimos descansar un poco, antes de continuar la marcha.
Durante el descanso, comenzaron a aparecer nubes en la lejanía. La verdad es que en principio no le dimos la menor importancia. Creímos que sería pasajero y no nos afectaría, pero en cuestión de unos minutos el cielo se cubrió por completo.

Estando en pleno descanso comenzaron a caer algunas gotas. Enseguida llame a Javier, que estaba placidamente reposando entre los brazos de Morfeo. En pocos segundos pasaron a ser  verdaderos goterones.
Pese a lo que parecía que se avecinaba, decidimos seguir adelante; pensamos que dejaríamos la nube detrás, si salíamos sin demora.
En el área de descanso no había sitio para guarecernos, así que nos embutimos en nuestros chaquetones y emprendimos la marcha.

De inmediato nos incomparamos a la autovía y en pocos segundos comenzó a llover con más fuerza. Como creíamos que seríamos capaces de adelantarnos a la nube, no nos pusimos los trajes de agua y ya no podíamos dar marcha a tras. Teníamos que seguir adelante pese a la lluvia, pero el agua cada vez caía con más fuerza y el viento soplaba con más virulencia.

A duras penas continuábamos con la marcha. Yo empezaba a estar  preocupada, no solo porque estaba diluviando si no porque el viento azotaba sin compasión.
La carretera era de dos carriles y transcurría entre pequeños túneles por el borde de las montañas. 
Uno de esos túneles hubiera sido un lugar ideal para guarecernos de la que estaba cayendo, y dejar que pasase la tormenta, pero allí no había arcén, solo los quitamiedos que  bordeaban la carretera, así que ninguna posibilidad de parada.

Los túneles eran cerrados, todo de hormigón, pero por la parte derecha, cada pocos metros, tenía aberturas laterales que dejaban avistar el lago. Pero cada vez que pasábamos por una de aquellas rendijas, la moto hacía un giro brusco e inesperado hacia la izquierda. Javier como podía intentaba controlarla.



Faltaban pocos metros para salir de aquel túnel, cuando me dice:

-!!!!Agárrate bien, que ahora el viento soplará con más fuerza!!!!. 
Yo ya esta verdaderamente aterrorizada porque el viento si que soplaba, si, pero con toda su mala leche. Al salir del túnel fue peor, una ráfaga  de viento huracanado y una somanta de agua nos vapuleó dejándonos casi sin  visibilidad. Pese a que la moto pesa más de 500 KL, el ventarrón la empujaba tumbándola como si fuese un barco de velas, haciendo que invadiéramos el carril de la izquierda. Javier, intentaba enderezar,  pero el vendaval nos desplazaba continuamente de un lado al otro de la carretera.

Los coches nos pasaban muy rápidos, como si la lluvia y el viento no fuesen con ellos. Cada vez que pasaba uno por nuestro lado, hacía que el viento despidiese la moto hacia el otro carril. La verdad es que estábamos verdaderamente apurados.

No había ni un trocito de arcén para detener la marcha.  En lugar de arcén, los quitamiedos seguían estando allí. Así que parar, era poco más que imposible.

Yo agarrada con todas mis fuerzas, me encomendaba a todos los santos y le decía a Javier:
-!!!!Por favor ten cuidado!!! -No te apures, confía en mí-me dijo él.

¿Y que podía hacer yo? Así que cerré los ojos, apoyé la cabeza en su espalda y pensé…que sea lo que Dios quiera.

Él, a duras penas iba sosteniendo la moto para seguir adelante.
Al pasar un camión por nuestro lado, observó lo que nos estaba ocurriendo y decidió tomar cartas en el asunto. Durante varios KM, el camionero mantuvo su marcha a nuestra altura para cubrirnos del viento. La verdad es que fue, un buen gesto de amabilidad. Gracias al camión y por supuesto a la pericia que tiene Javier con la moto, pudimos aguantar hasta que avistamos una gasolinera.

 Llegamos empapados, exhaustos. Allí encontramos a varios moteros huyendo del temporal.

Ahora solo restaba esperar a que la tormenta pasara de largo, cosa que por el momento, parecía improbable. Durante un buen rato creímos que tendríamos que pasar la noche allí mismo; estaba anocheciendo y el temporal no parecía darnos tregua. Pero Cuando vimos un pequeño claro, no nos lo pensamos demasiado y decimos poner de nuevo rumbo a Zurich. 
Llegamos a la capital de los relojes ya bien estrada la noche, empapados y deseando de descansar. 

La verdad es que pese a estos delicados momentos fue un gran viaje con emociones fuertes, eso si, y la verdad, no se que tiene esto de viajar en moto que deja el gusanillo de volver a repetir esas emociones y aventuras tan interesantes como las vividas en nuestro viaje a Praga.

Margary Gamboa.

ALGUNAS FOTOS DE NUESTRO VIAJE




















Fue una experiencia excepcional, un viaje que parece que en pocos meses se volverá a repetir, pero en esta ocasión en compañía de algunos amigos moteros, rumbo a los Alpes.

3 comentarios:

  1. Bueno, Margary, la aventura de la moto de miedo. Pero luego, por las fotos veo que lo pasasteis estupendamente. A mi me dan miedo las motos, pero debe ser una gozada. Estuve en Praga hace 20 años, es una ciudad que no hay que perderse.

    Veo que tu chico se llama como yo, y también que lleva mi peinado: si es que no hay nada que un Javier calvo (con o sin moto, jeje)

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    Respuestas
    1. La verdad Javier, es que yo aunque viaje en moto, no dejo de tenerlo mucho respeto, creo que si en vez de ir de paquete fuera conduciéndolas, otro gallo cantaría, pero por lo menos con esta ni pensarlo porque ni siquiera me llegan los pies al suelo. jejejej.

      Le tengo dicho a Javier que no se peine como tu, que se haga una coleta, pero no me hace ni caso, es que los Javieres sois únicos es la especie. jejejeje.

      Gracias por la visita y el comentario Javier.
      Un saludo.

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  2. Que aventura más gratificante, seguro que de esa sales curtida para muchas aventuras y rutas más. Máxime, siendo el conductor mi amigo Javier, curtido en esas lides. Me ha encantado el relato, tienes un estilo de contar lo vivido muy especial.
    Félix.

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