![](http://us.123rf.com/400wm/400/400/tonobalaguer/tonobalaguer0907/tonobalaguer090700094/5140734-la-isla-de-ibiza-la-noche-en-el-puerto-del-mar-mediterr-neo-espa-ol.jpg)
Estaba algo
nerviosa, la inminente partida hacia el mar para pasar nuestras vacaciones
estivales, me impacientaba. Nuestro destino, las playas ibicencas.
Salimos desde
Denia rumbo a Ibiza, en el Ferry. El mar estaba algo picado y el oleaje hacía
que la nave se balanceara con hosquedad. Empecé a sentirme algo mareada, y sin
pensarlo dos veces me dirigí hacia cubierta. Supuse que el aire fresco me
sentaría bien, haciéndome sentir algo más cómoda.
Apoyada en la
barandilla, mientras navegaba, observaba con atención los surcos que dejaban
los gigantescos motores de la nave. Dibujando a ras de las aguas dos enormes
estelas de espuma blanca. Allí, inmersa en mi mundo interior, mientras el aire
fresco me acariciaba el rostro, observaba el inmenso horizonte.
Al divisar tanta
majestuosidad empecé a divagar… Intenté imaginar cuanta profundidad albergarían
aquellas aguas, mientras en su superficie se mostraba con un inocente tono
celeste como el cielo, en sus profundidades se adivinaban tenebrosamente
oscuras, inaccesibles y misteriosas albergando gran cantidad de vida en ellas,
las hacían aún más enigmáticas.
La vista del mar se
perdía en el horizonte. Me preguntaba, que misterios ocultos guardarían
aquellas aguas. Cuantos enigmas inexplicables e impenetrables custodiarían.
Cuantas incógnitas me sugería aquella estampa. El mar esconde bajo sus aguas
tantos enigmas que jamás ha compartido con nadie. Fue un instante especial,
tanto, que el Dios de la lluvia fue coautor de aquel momento, dejando caer
algunas lágrimas sobre el mar, demostrando así, su complicidad al compartir
tanta perfección.
Algunos barcos se
pudieron otear durante la travesía, que no duró mucho o al menos a mí se hizo
corto.
Ibiza, se divisaba
en el horizonte, algo enturbiado por la bruma. Al llegar a puerto aspiré
profundo. El penetrante aroma a salitre que emanaban las aguas me sugirieron un
lugar romántico.
El mar, las playas
ibicencas, su arena blanca y sus encantadoras calas de aguas cristalina nos
esperaban. Y nosotros ilusionados, nos disponíamos a otorgarles la mayor parte
de nuestro tiempo, dejándonos enamorar por sus azules y encantadoras aguas.
Margary.
Me he entretenido en abrir el cofre de tus relatos;
ResponderEliminarenterarme de su contenido, me ha llevado un buen rato,
pero he descubierto trabajos muy gratos,
fruto de quien tiene buen gusto y buen tacto.
Tienes una bonita página. Es lo que merece la pena, pues no todo lo que se encuentra en este medio tiene esa calidad.
Con mi reconocimiento:
JTeodoro
Gracias amigo, siempre es grato leer tus comentarios.
ResponderEliminarRespecto a la página, solo bicheando un poco se va aprendiendo su funcionamiento y al final se hace tan fácil que es como coser y cantar, jeje.
Un saludo.
Margary.